lunes, 20 de mayo de 2013



Adiós.


Es difícil decir adiós cuando pensaste que era casi imposible que pasara tan rápido. Es difícil decir adiós cuando lo último que querías en la vida era decirlo.
Alguien alguna vez pensó en lo fuerte de esta palabra? quien la inventó supongo yo jamás se imaginó el dolor que traería consigo decirla, pensarla, gritarla o el solo hecho de imaginar que alguna vez, en algún momento, en algún lugar no quedaría otra opción que repetirla mil veces.La repites primero en tu cabeza, piensas y te torturas con que quizás debe llegar el momento en el cual deberás decirla ya que no existirá remedio para poder solucionarlo.
Luego lo ensayas, te imaginas lo que sería si la dijeras ya, lo que pasará cuando por tu boca salgan aquellas palabras y tus ojos demuestren el miedo, te des cuenta quizás de que no está bien, que no quieres, pero debes, debes.
Aprendí a decir adiós sin decirlo, aprendí a decir adiós sin que nadie lo notara, aprendí a decir adiós girando, marchándome, dando la vuelta y no mirando hacia atrás, aprendí sabiamente.
Ahora me voy, me voy quizás para siempre, en realidad me fuí para siempre y tú no dijiste nada, absolutamente nada. No pensé que lo harías, pero si imagine un por qué, pero el silencio nos lleno tan vagamente que preferí caminar, caminar y no mirarte nunca más.
La diferencia de este adiós es simple, me quedo, me quedaré donde siempre estuve, donde estaré por un par de años más, pero me marché, me alejé y sin forma alguna habrá entre nosotros un hasta pronto.
Adiós, adiós para ser feliz, adiós para cambiar, adiós para vivir, lo siento, jamás quise esto, adiós para entender por que no debimos quizás jamas decir hola.
Me voy, un abrazo frío, una tenue sonrisa.
Es un adiós, sin decirnos nada.



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